Desde hace cinco años, cuando quedé en silla de ruedas por un ataque terrorista, me he encontrado con todas las puertas cerradas y sin posibilidades, no sólo por las barreras arquitectónicas que impiden mi movimiento libre, sino también por las barreras de la indiferencia de los demás ciudadanos. Después de una larga rehabilitación física y luego de enfrentar todo tipo de dificultades, entendí que, afortunadamente, en la mayoría de los casos, esa indiferencia no se debe a una falta de solidaridad o de respeto, sino a una profunda ignorancia sobre las condiciones de vida de las personas en condición de discapacidad y de las medidas necesarias para que ésta pueda desarrollarse en igualdad y libertad.

Por esa razón, decidí enseñar, divulgar la información. Recopilé información y medidas estándares de los ocho países mas accesibles del mundo e hice el MANUAL Una ciudad para todos, en tamaño bolsillo para que todos lo tengamos a la mano. Por que los derechos de las personas en condición de discapacidad, antes que exigirse, deben difundirse, de tal forma que sean adoptados de manera amable y consciente por una sociedad que respeta y está abierta a compartir con las personas en condición de discapacidad. Para lograr la meta de Una Ciudad para Todos, necesito de la solidaridad de quienes puedan y quieran difundir la importancia de incluir, social y físicamente, a las personas en condición de discapacidad. Adicionalmente, un equipo de trabajo de arquitectos, ingenieros, diseñadores, constructores, empresarios, en fin, profesionales de todas las áreas que sensibilicen empresas, entidades y asociaciones para exigir el cumplimiento de las normas y medidas básicas de accesibilidad.


“Porque la discapacidad puede llegarle, directa o indirectamente, a cualquier ciudadano”